la más freak del libro Guinness

martes, 7 de julio de 2009

Sobre una conversación con un joven drogadicto.

“¿No fumas vos? ¿¡Nunca fumaste!? ¿¡Ni siquiera probaste!?”. Así continuó la conversación con aquel chico de desgastados 20 años que conocí el sábado. Una vez que hubo ganado mi confianza, luego de intercambiar algunas frívolas palabras, se dispuso a contarme sobre sus hipócritas experiencias con drogas, y con aire superado hablaba de su temprana incursión en la marihuana.
No, nunca fumé, nunca aspiré y no consumo. Sé que por dentro se reía de mí porque seguramente pensaría que yo era cobarde, tonta o ingenua. Porque tal vez, no me animaría a hacer como él y transgredir la ley, violar las reglas y burlarme de las normas que impone el tan a veces errado sentido común.Naturalmente él se sentía superior porque conocía algo que yo no y trataba de enseñarme, como quien da una buena lección de vida y se siente orgulloso por lo que hace. Se sentía bien por practicar algo que está prohibido, por desobedecer y salirse con la suya de todos modos. Pero, ¿a quién desobedece? ¿qué ley está violando? Sólo corrompe una ley jurídica, pero no transgrede “la ley” en su totalidad. Por el contrario, sucede lo opuesto. Al consumir drogas está obedeciendo. Obedece a lo que demanda la sociedad, a las normas impuestas por un grupo que busca contradecir, hacer lo que está prohibido para resaltar, ser tenido en cuenta, escandalizar. No se da cuenta que ya no es transgresor el que consume drogas, por el contrario, está contribuyendo con aquel grupo perturbador que busca llamar la atención y ser admirado por su falta de ética y capacidad de corromper lo que impone el buen criterio. Quizá, de manera inconciente consumiendo drogas busca ser aceptado, busca un lugar, resaltar entre los jóvenes, pero ignora que ya hay muchos que como él, optaron por el mismo modo de hacerse notorios y ya no llaman la atención porque se volvió común, lamentablemente. Así es, consumir drogas se transformó en una moda: algo masivo, algo a lo que todo el mundo apela para pertenecer a un grupo y no quedar fuera de la sociedad, algo aceptado y que resulta divertido, algo normal y de fácil acceso porque no tiene límites y cualquier persona puede alcanzar independientemente del nivel económico. ¡De modo que resulta más arriesgado no consumir que sí hacerlo!
¿¡¡Nunca fumaste!!? Preguntó sorprendido como si fuera yo la extraña, la que hacía algo mal. Y ahora que lo pienso bien, así es realmente. El que no fuma hace algo mal: no contribuye con lo que actualmente se impone para “pertenecer”, para agradar y ser entendido.
Y esa pregunta quedó resonando en mi cabeza por varios instantes. Parecía que con ella no quería cuestionar sólo eso, sino ir más allá, y después de alguna corta reflexión descubrí lo que realmente me quería decir: ¿No tenés miedo a no ser aceptada? ¿No te da curiosidad por saber lo que se siente? ¿La sociedad te integra? Realmente eso no lo sé, pero por suerte tampoco me interesa.
Puedo asegurar que esta conversación no duró más de media hora y de este tema sólo tratamos algunos escasos minutos, pero me sirvió para pensar y reflexionar lo anterior. De todos modos, hubiera sido imposible presentar este punto de vista a aquel chico que, por más que se sintiera muy abierto al hacer algo que está prohibido, yo me sentía más aun por haber deducido esto y pensar a mí propia manera y por mí misma y no ser un ejemplar más con el mismo discurso que cualquier integrante de ese grupo de mediocres que busca “estar más allá” que el resto.
No creo que esté mal abrir el interrogante y cuestionar al sentido común: ¿por qué no consumir drogas? ¿Quién dice que no sea ético y por qué se cree así?. Por el contrario, estoy a favor de la gente que cuestiona, que desnaturaliza los pensamientos que se tienen por válidos y va más allá en las reflexiones. Es decir, de aquellos que mantienen una postura surgida a raíz de conjeturas y meditaciones propias.
Él sabía que consumiendo estaba cuestionando lo moralmente establecido, que estaba abriendo su mente por un lado, pero ¿sabia que realmente no cuestionaba las demandas de la sociedad? ¿sabia que realmente no cuestionaba al estereotipo de joven rebelde que no desea acatar las reglas que el Estado le impone? ¿sabía que realmente, en cierto sentido se estaba cerrando? ¿Quién de los dos era el influenciado por la sociedad? ¿él que consumía o yo que no lo hago? ¿los dos tal vez? En este caso, deduje que mi interlocutor se valía de introducir en conversación un tema muy debatido y tan manoseado como las drogas, como para hacerme notar que él sí mantenía una postura ante el tema, que él se interesaba, se encontraba de un lado y se manifestaba a su favor, pero dudo que tuviera sólidos argumentos como para defender su lugar. Él consumía, estaba apoyando una postura, por ende no ignoraba el tema. Yo, por el contrario, como no adhería, él daba por sentado que yo ignoraba el tema, no tenía una posición y por lo tanto no era capaz de hablar. Pero si yo le hubiera contado todo esto ¿me hubiera entendido? ¿se hubiera dado cuenta de lo que me refiero cuando hablo de “pertenecer” y “no pertenecer”? ¿Hubiera por fin comprendido que no actuaba por voluntad propia sino por una poderosa influencia? Con esto no quiero dar a interpretar que mi intención era subestimar a aquel muchacho, pero de lo que estoy segura es de que no me hubiera dado la razón debido a que ni siquiera se interesó por saber si yo compartía su idea o no, si yo opinaba del tema o no. A mínima escala parecía una representación de cómo actuaba la sociedad: me impuso su forma de pensar como la correcta, simuló cuestionar y ser abierto para que yo adhiriera, me dejara persuadir y admirara su capacidad de indagar a lo que se tiene por bien. Y yo (algunos años menor) era el joven que recién se inserta en la sociedad buscando mi lugar en ella.
Creo que no quise hablar del tema y dar a conocer mi opinión porque sentía que tenía mucho para decir y que la discusión se tornaría extensa e irritante. Tampoco quería entrar en discusión de si se deben legalizar las drogas o no, no me interesa eso ni me compete a mi ese asunto, pero sería inevitable en algún momento hablar sobre ello. Sólo quería ir más allá de las cuestiones jurídicas y pensar desde mi rol de integrante de la juventud actual de esta sociedad, pensar por el otro bando, por el lado que aun se mantiene creyendo que consumir drogas no sea algo fascinante y necesario para pertenecer.
Aunque esté equivocada sé que de esta manera respondo y opino por mis propios pensamientos y no por los de otra persona.

1 comentario:

  1. Hola! te felicito por tu forma de pensar, las personas que consumen drogas no se quieren, se autodestruyen , terminan con su salud y apariencia, no disfrutan de la vida

    Felicidades! por el inicio de tu blog, tus artículos están muy interesantes

    Saludos.
    P.D. gracias por tu visita y comentario en mi blog

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