la más freak del libro Guinness

domingo, 2 de agosto de 2009

The Wall

Hoy mis padres volvieron a discutir, como todos los días desde el día que nací, sólo que hoy es domingo y eso hace que todo sea un poco más triste. Las cosas han ido de mal en peor, desde que mi madre es víctima de las mentiras de mi padre y, créanme, no es para nada alentador verla desarmarse en llanto día tras día, con el ánimo irremediablemente decaído. Pero en fin, uno se termina acostumbrando a ello y sólo se alarma cuando las cosas pasan el límite de mal, como por ejemplo cuando mi madre intentó acabar con su vida o cuando mi padre la golpea.
Sin embargo, no crean que esto pueda traerme complicaciones psicológicas, no. Sólo es un ladrillo más en la pared.

Por otro lado, mi hermana mayor siempre ha sido un flagelo para mí. De pequeña solía insistirme con que yo había sido adoptada apoyándose en la escaso parecido físico que tengo con el resto de mis familiares. Y luego siempre con esos apodos ridículos e infantiles que me hacían avergonzarme hasta los huesos delante de mis amigos, siempre con ese aire humillante y fastidioso, hasta el punto de odiarla. Para ella sigo siendo una niña (tal vez esto se deba a la gran diferencia de edad entre nosotras) y por eso se comporta conmigo de esa manera. Y aunque me duele mucho llevarme tan mal con ella, no crean que me influye tanto. Por el contrario, se que es otro ladrillo más en la pared.

Tampoco tengo muchas amigas en quien confiar, ellas son más bien compañeras de aventuras, de beunos momentos, pero sólo eso. Suelen juzgarme de persona poco sincera, fría y desleal y prestan mucha atención en todo lo que digo y hago, puede ser necesario luego para usarlo en mi contra en alguna ocasión, por lo cual debo ser muy cuidadosa con ellas. Quien solía ser mi mejor amiga, no tiene tiempo para mí: sus novios, sus otras amigas y sus miserias la mantienen bastante ocupada. Y las amigas que hice en la primaria… ¿Quién sabe de ellas? ¿Seguirán viviendo? Puedo pensar que no tengo amigas o que tengo muchas compañeras y conocidas con quienes pasar un momento, depende de cómo se mire, pero no me preocupa en absoluto… sé que sólo se trata de un ladrillo más en la pared.

Una vez conocí un chico que ha sido protagonista de cada pensamiento desde entonces, Paul. Nunca me imaginé que iba a dar algún día con la persona que siempre había imaginado, pero la realidad supera la ficción, dicen. Nos hemos visto algunas veces y puedo jurar, fueron aquellos los mejores momentos de mi vida. Si bien es sin lugar a dudas la persona de la cual me he enamorado, a él no le ha sucedido lo mismo conmigo. Sé que tenemos muchas cosas en común y hasta nos llevamos muy bien, pero es tan difícil acercarme a él… . Y yo siento tantas cosas… pero decirlo sería lo último de la escasa relación que nos une, no puedo. De todas formas, sé que soy aun joven y que por demás habrá tiempo para muchas personas en mi vida, aunque él sea el más importante porque es el primero, no importa, por ahora es sólo un ladrillo más en la pared.

A decir verdad, nunca supe establecer relaciones muy duraderas con las personas, creo que eso se debe a que no sé confiar en ellas y suelo mostrarme bastante reservada y distante, o simplemente, de una manera diferente a la que soy yo naturalmente. Sí eso, no se mostrarme tal como soy, sino más bien a veces como los demás quieren que sea con ellos. Y debo confesar, establezco lazos más estrechos con mis libros, mi habitación y mis cosas. Por lo menos no me juzgan, son fieles y no pretenden de mí más de lo que yo les puedo dar, entre otras cosas, a diferencia de las personas. Pero no lo hago intencionalmente. Es un muro, una corteza que me mantiene apartada. Una muralla mental que bloquea el contacto directo. Nadie tuvo la culpa de esto (y yo tampoco), es sólo que de a ladrillos se hace una pared.

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